Ver la luz sin darnos cuenta

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La permanente sensación de prisa, de tener que alcanzar los objetivos en los plazos previstos, de atender a situaciones sin perder de vista los siguientes pasos, etc., lleva a no saber disfrutar del presente, ni de los logros alcanzados a la sensación de no poder responder a los ritmos sociales impuestos, o a la cultura de la inmediatez, lo que conduce a los estados patológicos propios de la cultura occidental actual (estrés o ansiedad).

Sin duda, uno de los grandes males de nuestra cultura es no saber esperar, no dar a cada quien y a cada cosa su tiempo

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